viernes, 26 de abril de 2019

Paredes blancas

Son casi las dos de la madrugada cuando comienzo a escribir esto, puedo sentir como mi pecho se oprime y una sensación familiar en mis ojos se hace presente, el paso previo a llorar pero no, no puedo y no quiero hacerlo. Quizás ya esté harto de hacerlo o tal vez ya no salga nada.
Vuelvo a sentirme solo, a sentir como la oscuridad de la habitación me atrapa y me cuenta sus secretos al oído y este sangra. Los secretos entran en mi cabeza y golpean por todo el lugar, empiezan a arder.
Soy esto, un bollito en medio de la cama intentando protegerse de una vieja amiga que vuelve por él, por mi mente pasan muchas imágenes, sonidos. Entre ellos gritos, llanto, gente pidiendo perdón y una voz femenina entre lagrimas diciendo: No quiero eso para mí, ya no puedo más.
Y hoy la puedo entender, quizás en su momento también pero solo deseaba huir de ese lugar, saber que pedia ayuda pero había algo más fuerte sobre ella, era rutina que la manejaba, una costumbre que no podía abandonar. Ahora lo comprendo totalmente al volver a ocultar mi cuerpo, a apagar las luces, a esquivar espejos y mi propia mirada. Soy esto aunque pida ayuda, aunque intente cambiar, aunque me esfuerce, de una forma u otra siempre vuelve.
Las voces ajenas se hacen más fuertes, las miradas punzantes y la salida más lejana.
Ya no se para dónde ir, quizás no quede otra forma. Tal vez es necesario es tocar fondo para saber que no hay un más abajo, así que simplemente le hago un espacio en la cama a esa vieja amiga y les cuentos mis nuevos secretos para que luego corramos a las paredes blancas, para ir y quizás ahora ya no volver a verla.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Salir.

Estaba sentado bajo un cielo libre de estrellas con alguna que otra nube que llenaba levemente el espacio. Mi perra estaba sentada sobre mis pies viendo como el humo del cigarrillo bailaba.
Esa noche subí a la terraza intentando encontrar calma de la tranquilidad que tenía en la oscuridad de mi pieza. Pero me di cuenta que lo que me molestaba era la tranquilidad que sentía en mi cabeza, en mi pecho. ¿Dónde quedaron esos golpes y malestares? Quizás, y espero, que en el pasado. Pero como mi vida se trata de ir por aguas turbias siempre busco el drama donde quizás no lo haya.
A veces olvidó de apreciar los detalles, quizás esas nubes no son de tormenta, quizás el cielo no está vacío. Quizás, yo tampoco lo este. Tal vez ese vacío que sentía era todo eso que tengo en mi interior queriendo hacerse notar, golpeando, empujando para poder salir. Pero como no logro ver lo bueno en un simple cielo vacío, en la tranquilidad de una habitación, en la compañía de mi mascota no podía ver todo eso que estaba en mi, y que está.
Creo que debería de empezar a golpear mi pecho para dejar salir todo esto que guardo, todo esto que soy.
Pero de todas formas la calma es algo que no me gusta, a veces es la previa a una tormenta. Pero, mi vida siempre ha sido una. Y siempre supe ver lo bueno de ellas, porque siempre se vuelve a ver el sol.
Y es lo que intento, ver "el sol" en mi.
Me va a costar mucho, pero sé que puedo lograr.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Amarillo.

Me gusta el tono amarillo que tiene la ciudad, no es naranja, no es durazno. Es un amarillo muy claro, es como una prenda blanca que se fue haciendo vieja de a poco y tomo ese tono amarillento, es como la lavandina. A pesar de ser muy claro sobre sale por encima de los otros amarillos de la ciudad, es distinto al tono del local de comida rápida o del que vende comida vegetariana, o el de la parada del colectivo o de las señales que están en el piso o el del cartel del subte. Es parecido al que pinta las paredes del edificio que está por la avenida pero lo diferencia lo que representa, lo que muestra.
La ciudad se tiñe de un amarillo paz, es un amarillo atardecer, no da nostalgia ni pena por más que del cielo caiga agua. Da paz, no esperanza. Dos cosas que deberían, quizás, tal vez, ir de la mano pero no. Porque no da esperanza de que todo mejore, ni que el hambre mundial se acabe o dejen de perseguir a las personas por ser quiénes son. Da paz porque en este momento, mires por donde mires todos somos amarillo paz. Aunque algunos caminen bajo la lluvia con sombrilla o sin ella. Escuchando música o no. Caminando o en colectivo, auto o lo que fuera.
Nadie corre, nadie huye. Todos parecen entender que van a llegar a su destino sin importar que tan de prisa o lento vayamos, sabemos que vamos a llegar. Mires por donde mires la gente va sin cuidado, cada uno pensara sobre que cenar, que película ver o si su enamorado o enamorada piensa en el o ella, parecen entender que la vida es así, llena de misterios que siempre van a estar ahí pero que no se tienen que complicar la vida por esto o aquello. Que la vida es dura, difícil, cuesta arriba pero que de una forma u otra se puede llegar. Que no está mal ejercitarnos un poco. 
Quizás más que amarillo paz es un amarillo mentira. Porque las nubes tapan la poca luz solar que intenta caer sobre la ciudad, intenta cuidar de que no nos quedemos ciegos. Aunque sea para tapar un poco todo, sabemos que de un momento a otro va a explotar, nos vamos a quemar pero fingimos que el ahora está bien, que nada importa y que es solo un poco de lluvia.
Porque cuando miro al cielo de nuevo la luz se va yendo para darle paso a la noche donde todos lo demonios salen y podemos ser nosotros mismos.
Tal vez.
Quizás.
Quien sabe.
Algún día.

martes, 31 de octubre de 2017

Libro terminado.

Joder.
Quizás este mal estar escribiéndote pero hoy, bajo el cielo celeste de una tarde primaveral lo hago porque lo necesito, porque es lo que me pide el alma.
Ha pasado ya casi un año desde que todo se desvaneció entre mis dedos, que se escapara como si fuera arena o cenizas aunque estas últimas manchen. Y pensándolo bien, creo que eso eres, cenizas porque estoy manchado de ti pero es tan suave al tacto.
Las cadenas en mi cuello, en mis brazos, en todo lo físico que soy me impiden —Y creo que en parte es bueno— acercarme a ti pero encuentro —Aunque sea malo— la forma de hacerlo por más que lastimen. Perdiendo mi orgullo, todo en lo que he trabajado, mi bienestar para poder decir lo que llevo dentro, eso que hoy me genera un fuerte dolor en el pecho, ese que no me deja respirar y duele como los mil demonios que eramos tu y yo juntos. Y a pesar de todo, acá estoy, hablándole al pasado como si estuviera bien. Y ese es el problema que estoy dejando entrar lo que en un momento decidí dejar atrás, abandonar. Porque te necesito, al menos para decir adiós.
Podría hablar sobre lo que extraño de ti, sobre tus labios, tus ojos, tu sonrisa o tus hoyuelos pero esos recuerdos se los llevará el viento y espero que los traiga cuando esté envejeciendo.
Fuimos lo que necesitamos, al menos en ese momento, perfectos ante los ojos del otro, rotos ante las miradas de los demás. Piezas que encajan para nuestras almas, veneno para nuestras heridas.
Fuimos creciendo juntos, madurando y sabiendo que el otro... Dios, abandonando al otro porque no fuimos capaz de tomar la situación y los problemas por los cuernos y mandar todo al diablo. Pero en lo más profundo de nuestra mente pensaremos que hicimos bien las cosas, que lo hicimos por el otro.
Me gustaría poder expresar mis recuerdos pero no hay palabras para describir la perfección de esos instantes pero me da miedo algún día olvidar todo eso que algún día me hizo bien, que realmente el viento se lo lleve y jamás me lo devuelva. Me da miedo perderte por completo aunque solo viva de momentos, de pasado, de memorias de lo bueno.
Eras eso que le daba sentido a las canciones, la inspiración de mis historias, la sonrisa en mi soledad, la tristeza en mi bienestar.
Me enseñaste a tener a alguien en los peores momentos y a saber que estoy solo en los mismos. Que no todo es perfecto pero no por eso no puedes amarlo, que una espina es parte del rosal y la belleza en una cicatriz.

Cierra los ojos, imagina que te abrazo y siente como nuestras almas se hacen una porque no importa donde, cuando ni como, ellas siempre estarán juntas.

Entre llanto, humo, dudas y un gran vacío por delante forjamos un amor que nos haría entender todo y a la vez saber que debemos de escapar pero no poder hacerlo.
Puedo recordar en el silencio de mi habitación tu respiración al dormir e intentar no olvidar lo que me decías ante un sueño fingido.
Porque los obstáculos ante la utopía de la felicidad eterna fue lo que más nos dolió. Porque pensamos que habría una eternidad en vez de aprovechar la eternidad de ese instante.
La necesidad del tacto del otro, el ruego. La pasión, el morbo, el peligro, la adrenalina en una sola caricia imaginaria.
Teníamos todo pero no nos dimos cuenta que cada uno por su lado, era todo.
Me enseñaste sobre el orgullo, el amor propio, la necesidad, y el olvido.
Intenté ser quién cuidara al otro, el escudo ante la primer piedra pero fuiste el más fuerte de los dos al dejar todo atrás mientras que yo le escribo al recuerdo que tengo de ti bajo el cielo sin estrellas de una noche de primavera. Y hoy libero todo eso, dejando que los momentos, los sueños, las promesas y los recuerdos se vayan esperando que si algún día vuelven, me dejen respirar porque ahí es donde habré aprendido a usar todo lo que me enseñaste. Porque hoy estoy terminando este libro para poder empezar a escribir el mío.
Porque el para siempre no está en los años, en la eternidad o en un reloj de arena, está en esos segundos donde nos mirábamos a los ojos y sabíamos que todo lo podíamos.

Te doy este pedazo de mi alma destrozada para que te cuide, acompañe y no vuelvas a estar solo porque no importa lo que pase, ahí estaré abrazandote.

jueves, 12 de octubre de 2017

Espejos.

A veces es mas fácil andar por la vida con los ojos cerrados. No por miedo al mundo, si no, por no vernos a nosotros mismos.
Es tan simple quedarse con las palabras de desprecio de los demás, con las miradas llenas de prejuicios.
A veces es tan difícil mirarse al espejo y no sufrir por eso. No tener miedo de que alguien te vea más allá de la ropa que puedas usar. Porque además de los miedos, no hay nada más intimo que la desnudez en un cuarto lleno de hormonas a flor de piel.
Duele y sufres tanto por todo eso que tienes miedo de mostrar.
De a poco vas sintiendo que todo lo que eres, está mal, es poca cosa y nunca seras lo suficiente para alguien.
Le temes al espejo porque no hay peor mirada que la tuya, por donde vayas posando los ojos vas encontrando un defecto nuevo, algo más para odiar de ti.
De a poco vas perdiendo la ganas de ver a alguien, porque no deseas que esa persona vea todo lo que desprecias de ti mismo porque se va a espantar, va a huir. Puede que le generes asco.
Con el pasar del tiempo te vas tomando asco, te vas odiando por no tener la capacidad de ser distinto. Y te terminas volviendo nada, solo un trapo viejo lleno de lágrimas.
Va pasando el tiempo y te vuelves solo un montón de ropa gigante que representa tu propio mundo, uno dónde estás a salvo de las miradas de desaprobación de los demás. Uno dónde el Dios es la privacidad, el misterio, y la ceguera. Y el diablo es la mirada propia.
Hasta que llega un punto donde deseas desaparecer, dónde el odio que sientes es tan grande que comienzas a desquitarte contigo mismo pero aún así, el dolor no se va.
Pero, tarde o temprano tiene que llegar el momento donde puedas pararte frente a un espejo abrir los ojos y romper el cristal. No importa como, no interesa si lo haces con golpes, despreciandolo más que el a ti, o gritándole que eres perfecto tal cual estás. Solo romperlo, dejar de ser su esclavo.
Ese momento donde usemos lo que nos guste, que no importe nada. Dónde dejemos de sufrir calor solo para no usar menos ropa, dónde dejemos de correr para escondernos bajo un montón de tela.
Un momento donde empecemos a querernos, si, querernos, amarnos, entendernos, cuidarnos, valorarse uno mismo. Sentirnos bien frente a nuestra propia mirada.
Pero... No importa que tanto peleemos, siempre vamos a darnos vuelta para buscar un espejo, para encontrar una aprobación, para recordarnos que somos un defecto pero no uno más del montón, el principal. Porque siempre vamos a estar atados al espejo de nuestra mirada.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Carol

Tu significas la mayoría de las cosas que soy.
Representas mis debilidades, mis miedos, mi inestabilidad, mi fortaleza, mi seguridad.
Eres todo lo que necesito en mi vida, lo que me da miedo a perder. Eres todo lo que perdí.
Eras aquello que me hacía soñar y me traía a la realidad.
Eras esos buenos días que necesitaba al empezar mi día y esas buenas noches para dormir en paz.
Eras lo inalcanzable.
Eras la bofetada para reaccionar, la caricia para olvidar.
Podría pasarme la vida explicando lo que significas para mi. Podría pasarme la vida lamentando el porque te perdí.
He de agradecer que hoy estoy aquí por ti, porque si no fuera por ti, hubiera caído. Hoy sigo de pie porque te lo debo a ti, porque debo demostrarte que puedo y debo.
No se dónde estarás, no se si te acordarás de mí pero por lo menos, de mi parte, no hay día que no pase en el que no le agradezca a la vida por haberte puesto en mi camino.
Siempre tuyo.

jueves, 24 de agosto de 2017

Sensaciones.

Me gusta la imagen que tengo frente a mi, esa en la que estás sentado sobre mi, con las manos sobre mi pecho y las mías en tu cintura. Cierro los ojos y puedo sentir el ritmo de la canción que suena a lo lejos, de fondo. Puedo imaginar como la melodía se mueve lentamente, gira a mi alrededor y me habla suave al oído.
Por encima de la canción logro escuchar murmullos, una respiración agitada y si me concentro bien el latir acelerado de un corazón.
Tu suave piel se comienza a humedecer como si de llovizna se tratara. Deseo acariciar cada centímetro, sentir el calor que emana de ella.
Siento como el aire en mis pulmones se agolpa para poder salir, como infla y desinfla mi pecho.
Como tu interior me presiona pero no hay dolor, al contrario, me gusta y deseo más.
Cuando te abrazo y nuestros mundos chocan, y sentimos como vamos a explotar, juntos.
La atmósfera de la habitación se vuelve pesada, calurosa y nuestros cabellos se pegan levemente en nuestras frentes. Veo tus ojos mirando los míos y me pierdo en ellos, y no deseo irme.
Cuando abro los ojos la noche ya se hizo presente, veo como duermes boca abajo y me encanta ver esa suave linea en tu espalda, como si de un río seco se tratara .
Beso tu cuello para volver a cerrar los párpados sabiendo que este es el lugar donde pertenezco.